Al llegar a las instalaciones, nos recibieron en una primera sala donde se exponía una pequeña colección de artículos de la marca comercial de esta empresa, Ambar, y una barra de bar. Allí nos explicaron la historia de la cerveza, desde su creación hasta nuestros días, las distintas maneras de elaboración o los diversos usos que les daban las diferentes culturas (entre ellas la egipcia y la romana).
Nos dijeron que el principio básico de esta empresa era mantener la calidad de su cerveza y la forma tradicional de su fabricación, unida a la innovación. Nos explicaron que entre las instalaciones que estábamos visitando no se encontraba el embotellamiento de la cerveza ya que la situación de esta fábrica tenía un difícil acceso para los grandes camiones que la transportaban por las calles que rodean a la fábrica y porque el ruido constante del choque del vidrio era muy molesto para los vecinos de la zona, por lo que esta fase la han trasladado a La Cartuja. No fue trasladada toda la fábrica porque la calidad del agua de la ciudad no es la misma que en las afueras y ésto modificaría el sabor de la cerveza.
La visita comenzó en la sala de maltería, donde nos explicaron la transformación de la cebada en malta, que es el principal ingrediente de la cerveza. Seguidamente nos dirigimos a la sala de cocidas, donde la malta es mezclada con agua y lúpulo. También en esta misma sala, nos mostraron diferentes tipos de malta, que nos dieron a degustar para diferenciar su sabor que depende del tiempo, la temperatura de cocción y tostado de la misma.
Finalmente fuimos hasta la sala de fermentación, donde dejan la cerveza reposando en unos grandes tinos abiertos con una capacidad de 10.000 litros, aunque nos explicaron que están empezando a trabajar con tanques verticales, que aportan mejoras como el ahorro de espacio, la reducción de la transmisión de gases a la atmósfera, una mayor capacidad (unos 150.000 litros) y la limpieza de los tanques que es automática, mientras que la de los tinos es manual y más complicada.
La visita a La Zaragozana me pareció muy interesante, ya que pudimos ver el funcionamiento de una fábrica, todo el trabajo que conlleva la fabricación de un producto y Yaiza, la guía, nos explicó todo el proceso detalladamente, resultando una visita muy enriquecedora.
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